Ayer lloré. Pero hoy sonrío. Navego y navego por blogs y más blogs. Y me encuentro que muchos, un buen día, dejan de ser alimentados por los que lo escribían. Cuando me encuentro con uno de estos blogs siempre me pregunto: ¿Qué pasó? ¿Qué se ha hecho de él o ella? ¿Qué le habrá ocurrido? Gente que un buen día decidió abrirlos empezando un camino que en ningún momento se le ocurrió que acabaría. De hecho, ninguno “ha acabado”. No importa que lleve ahí cinco, seis o siete años sin que su autor haya escrito ninguna nueva entrada. Este que estas leyendo también tuvo su paréntesis en 2010. Otro en 2015. Y... Ninguno “ha acabado” porque nadie “se despidió”. Te estoy hablando de esos que, uno se atrevería a decir, que entraron en su paréntesis eterno.
Ayer lloré por Rocío, al enterarme de su fallecimiento. Y me han venido muchas cosas a la cabeza. Lo primero, lo que yo aprendí de ella la primera vez que asistió a un curso mío. Después, lo que he ido aprendiendo de ella a través de su generosidad al ir compartiendo conmigo sus meses de lucha contra esa enfermedad cruel e injusta. (Cómo si alguna no lo fuese, ¿Verdad?). Y, finalmente, lo que resumo a continuación de todo ello. Por eso hoy sonrío. Todos hemos perdido el tiempo y la razón alguna vez. Y es que a veces da la sensación que estar vivo es algo así como estar asustado. Los recuerdos, a ratos parecen echar sal en las heridas. Incluso los buenos recuerdos pecan de indiscretos al recordarnos la fugacidad de las cosas, lo efímero de la vida, lo implacable del destino y sus designios. Pero…
“Si aceptamos que la vida humana se rige por la razón, la posibilidad de vivir queda destruida”
Creo que en el momento en el que las personas decidimos enfrentar aquello que nos perturba, comprendemos que nuestras capacidades superan absolutamente lo que teníamos pensado. Y que hay muchas formas de volver a empezar y de hacer las cosas.
Si el sufrimiento está ahí, es necesario aceptarlo. Porque no se va a ir solo porque tú finjas que no existe…. y si la alegría está ahí, también es mejor aceptarla, incluso con el miedo a que se acabe algún día.
Si piensas que vas por mal camino puedes cambiar de parecer y seguir otro rumbo, o puedes también no hacerlo y seguir donde estás. Solo tú sabes el poder de tus decisiones, y el coraje que debes tener para enfrentar una decisión equivocada.
Espero que veas cosas que te sorprendan. Y que nunca pierdas la capacidad de seguir sorprendiéndote con las cosas que la vida presenta ante tus ojos. En eso está el sentirse vivo.
También espero que sientas cosas que nunca antes hayas sentido, y que sigas creyendo que cada día se puede volver a empezar.
Procura ser consciente de lo que haces, pues cada instante puede transformarse en un momento inolvidable en tu vida. Respira hondo, estás aquí, sin pasado y sin futuro, tu mundo es hoy, concéntrate en la dulzura con la que el viento acaricia tu cuerpo y en la gracia inesperada de contemplar el cielo…, …la Tierra, …el hoy. Tan solo basta saber observar la magia presente en todo lo que nos rodea. Aprende a ver las cosas simples. Aprende a hacer las cosas sencillamente.
No vine ni he estado aquí para darte lecciones de felicidad. Ni mucho menos aspiro a hacerte feliz. Solo quiero que sepas que pasaba por aquí y pensé en lo fácil que es olvidar lo esencial de las cosas y ser ciego a esas cosas esenciales. Hoy en día es casi una moda esta ceguera. A los que vamos intentando no olvidar esas cosas esenciales se nos llega a mirar raro. A vernos como iluminados.
No te pierdas en el intento, caminos hay muchos, y buenos compañeros de viaje también. Tengo fe en que siempre habrá alguien que nos recuerde que nunca es tarde si hay voluntad. Que todo tiene su segunda vuelta. De corazón espero que vivas una vida de la cual te sientas orgullos@, pero por encima de todo, espero que si ves que no es así, tengas la fortaleza y el coraje para empezar de nuevo las veces que sea necesario.
Tan solo me detuve a recordarte que todos los días tienes la oportunidad de elegir aquello que te hace feliz. La decisión está en tus manos.
Recuerda que la vida comienza las veces que TÚ quieras. Y ser feliz es lo menos que puedes hacer para que tu paso por este lugar, por lo menos, valga la pena.
Los únicos regalos del mar son golpes duros, y cada tanto, la oportunidad de sentirse fuerte. No conozco mucho el mar… Pero si sé que así es, y también sé que es importante, no necesariamente ser fuerte, sino sentirse fuerte… Para medirte a ti mismo, al menos, una vez… Para encontrarte en las condiciones más primitivas y enfrentarte a solas, sin nada que te ayude salvo tus manos y tu propia cabeza.
No quiero poner enlaces esta vez. Si quieres saber cualquier cosa, con gusto te lo remitiré si me lo pides a info@davidbalaguer.com
No sé si será la última entrada de este blog. Un día lo será. Tanto si lo es como si no, este podría ser un buen epílogo. Podría ser una buena despedida. Incluso un buen testamento vital. Como el que dejó Rocío, haciendo que con ella este mundo fuera mucho mejor. No sé que día fue el último que hable con Rocío. Pero como no me despedí (Quiero pensarlo así), mi relación con ella nunca acabará. Pero es que no son el primer beso o el primer abrazo los difíciles. Los difíciles son los últimos. Efectivamente: Cuando sabes que lo son. Te abrazo Rocío. Y también a ti que estas leyendo esto hasta aquí, también te abrazo.
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